Al momento de nacer, cada uno de nosotros viene 'sin formato' predeterminado, es decir, sin tendencia política, sin religión, sin valores, tal vez sólo con la propia esencia, ésa que tercamente nos invade en nuestros momentos de soledad, ésa que lucha por ganar cada vez que el sistema social intenta crear de un individuo un ser moldeable, un ser en blanco, ajustable; ésa, la esencia que te hace preguntas y te hace frustrar a mitad de camino. A veces, ni siquiera puedes ser totalmente niño, ya te presionan con responsabilidades y comportamientos de adulto…que si no sacas buenas notas ¡no serás nadie en la vida! Por dios, cuántos niños con estrés por estas causas…
Luego, dependiendo de tu sexo, la familia, el colegio, la sociedad irá instruyéndote acerca de cómo debes comportarte, cómo debes usar los cubiertos, que si eres mujer no debes gritar, que si eres hombre debes aprender a pelear y defenderte...Normas que adornan al humano, ser uno más de aquellos que será aceptado en las reuniones. Que si eres mujer, debes buscarte un hombre con solvencia económica, pues uno que no la tenga no te hará feliz. Que si eres hombre, debes ser exitoso, y esto implica llegar a ser un alto gerente de alguna empresa, Oh! sólo de esta manera eres una persona exitosa.
Comencé a palpar lo crudo que es el mundo adulto, en donde se suelen usar caretas, ya sea para agradar, para atacar o defenderse. Cuando la gente se vuelve hipócrita por educación. Son capaces de vender el alma (y lo hacen de manera literal) para lograr un estatus frente los demás. Al parecer, los demás son importantes. O la imagen que los demás hacen de uno mismo. ¿Qué proyecta uno, entonces?
Soñé ser muchas cosas, lástima que mi círculo cercano creyera que aquellas cosas podrían hacer de mi existencia algo miserable. Haciendo caso, opté por un futuro algo más normal, opté por creer que debía alcanzar el éxito a través de cuánto era capaz de obtener en términos materiales; cuando me hice profesional y ello no significó recibir una remuneración justa, me pregunté si realmente era esto lo que quería, si efectivamente creía que este tipo de éxito me haría feliz. Recordé entonces, las cosas que me gustaba hacer, y que dejé porque los demás estimaron que no era correcto hacerlo...¡Error garrafal!
Sabía que eso no era así, y me dí cuenta que por eso me costaba tanto llegar a un equilibrio, lo que pasaba es que iba contra mi esencia.
Siempre debemos guiarnos por nuestro interior, probar, vivir...en definitiva, vivir. Que no te frenen los demás, que no te frene nada. Nos daremos cuenta que quienes arriesgan son siempre más felices, no tienen nada que perder, cada paso es una enseñanza y sin penas no tenemos alegrías.
Una frase para terminar, que escuché el fin de semana y que de cierta manera coronó de flores mi búsqueda y realización interior… “Llega a ser el que eres”.
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